A veces uno va a una convención anual y la novia/esposa/madre le dice que mejor no vaya, que tiene mejores cosas que hacer. Otras veces, uno vuelve y se dice “No sé si debería haber ido” o “En la vida me vuelvo a enredar con estas tontadas”. A las dos semanas, es el recibo del banco el que llega y, mostrando los pagos con tarjeta y el dinero que ha habido que ir sacando, desaconseja vivamente el volver a ir a una.
Sin embargo, nunca hasta ahora se había unido un médico al coro de voces contrarias a este tipo de convenciones. Indalecio Povedilla, aficionado al género y urólogo de profesión en la localidad de Villacarrillo (Jaén), que realizó un concienzudo trabajo de investigación, tomando muestras tanto de sangre como de orina antes y después de la última Hispacón a 12 asistentes, ha publicado un artículo en el boletín interno de la Sociedad Heinlein Pontevedresa y se muestra francamente preocupado.
"Más que concluyentes, alarmantes, son los resultados. La gente, con la excusa de que no se ve más que una vez al año y aprovechando que no está el cónyuge empieza trasnochar, cenar cosas pesadas o llenas de colesterol ("yo no he venido a Vigo a comer alcachofas"), beber jarras y jarras de cerveza, cubatas, vino de la comarca o embotellado a 900 km, que en el fondo les da igual. Yo tengo la sensación de que esta conducta es fomentada por los miembros de la Junta Directiva de la Asociación que, a la hora de defender su gestión buscan tener una asamblea tranquila sin elementos contestatarios y para ello, qué mejor que tener a todos los socios resacosos y embotados”
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