Ciertas tendencias sociales, económicas, tecnológicas ... ya estaban
latentes y la pandemia del 2020 no ha hecho sino mostrarlas con toda
claridad. La digitalización de la industria del entretenimiento es una
de ellas y no hace falta ser un historiador de la tecnología para saber
que tras el impacto de estas dinámicas en el sistema socioeconómico
quedan ganadores y perdedores. Entre los primeros están las casas de
videojuegos y entre los segundos, como sabrá cualquiera que tenga un
local de mala nota cerca, están las casas de alterne.
Este conflicto entre el nuevo mundo y el antiguo que no consigue
adaptarse a la nueva situación lo ejemplifica de forma clara el de por
sí accidentado lanzamiento del juego Cyberpunk 1977, que se ha
complicado a causa de la demanda que la Asociación Nacional de
Empresarios de Locales de Alterne ha presentado en Varsovia contra la
empresa polaca CD ProjeKct ,
responsable del videojuego, que a su vez adapta el juego de rol
Cyberpunk 2020 (si querían ambientar el juego en un futuro de pesadilla
tuvieron toda la puntería del mundo).
La acción (la acción del juego, no la acción procesal ejercida por la
Asociación) tiene lugar en un entorno futuro distópico (muy distópico,
pero nadie tiene que llevar mascarilla) y sigue las andanzas de un
mercenario llamado V que se enfrenta a megacorporaciones, nanotecnología
y alguna inteligencia artificial que otra en una ciudad llamada Night
City.
Y es ahí donde los establecimientos quisieron participar del negocio ...
¿qué es un entorno noir (por muy techno- que sea) sin locales de
strippers (véase la película de Sin City, por ejemplo)? Para compensar
la pérdida de su "core business" que supuso el confinamiento, y viendo
que el negocio de vender tuppers con comida no acababa de despegar (por
mucho que la comida la sirva una mujer escasamente vestida, la
mascarilla chafa el efecto erótico) varios de los locales quisieron dar
el salto a lo virtual y se pusieron en contacto con la casa polaca para
incluir sesiones via streaming en el juego, con anuncios y opciones
"Free", "Premium" y "Fremium" y hasta tarjetas de fidelización e
infidelización.
Incluso varios de los parroquianos más asiduos, muchos de ellos
afiliados a la Asociación Española de Usuarios de Locales de Alterne
(Alterna), que lleva varios años intentando federarse en la Federación
de Asociaciones de Consumidores y Usuarios (sin éxito alguno, por el
momento), propusieron participar en el programa de emisiones como
"prosumidores" y hacer animación de foros y redes sociales y montar
comidas de confraternización, encierros y capeas.
Esta propuesta sólo encontró un no rotundo y ofendido de la empresa, que
ya tenía bastante con paliar un retraso de siete años sobre el plan
previsto y parchear los "bugs" en las videoconsolas. Los dueños de
locales se han mostrado también ofendidos y han planteado una demanda
ante las autoridades judiciales polacas, a la que se ha unido la
sectorial catalana, Asociación Catalana de Locales de Alterne, para no
ser menos, que probablemente acabe ante la Corte Suprema polaca y, si
Dios no lo remedia, llegue al Tribunal de Justicia de la Unión Europea.
Según la parte demandante, la negativa a abrir la plataforma a su
propuesta de negocio, tan respetable como cualquier otra, es una
vulneración más por parte de la muy católica y pacata Polonia en base a
principios, primero de nacionalidad y posteriormente morales, de la
libertad de establecimiento de cualquier empresa europea.
Propietarios, usuarios y empleadas (o dadas de alta en el régimen de
autónomos) de los locales afectados se encaminan ya a Varsovia a montar
una manifestación ante los locales de la empresa como nunca se ha visto y
que haría que si Jaruzelski levantara la cabeza la volviera a bajar,
presa del sonrojo.
Cabecera de la manifestación que tendrá lugar ante la sede de la empresa
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